En 1970 se estrenó la película "En un lugar de La Manga", comedia de la época en la que se promocionaba la zona al estilo del desarrollismo salvaje que comenzaba a tomar impulso, que de haberlo hecho de otra forma tendríamos aún un paraiso natural más compatible con el turismo. O quizás no, porque aquí no aprendemos de los errores.
El asunto es que disponemos aún de un patrimonio natural, paisajístico y turístico especial en el que la laguna salada del Mar Menor actúa como centro de influencia de una serie de enclaves de notable importancia y potencial de desarrollo.
En lo relativo a nuestro asunto, podemos comprobar a diario durante todo el año, y especialmente en invierno, numerosísimos extranjeros jubilados que transitan en bicicleta disfrutando del entorno. Lo hacen a pesar de que las infraestructuras ciclistas son precarias y en la mayoría de los casos inexistentes.
Los responsables políticos autonómicos compentes en estas infraestructuras y en el desarrollo turístico aplican un modelo agotado y de espaldas a las necesidades de un turismo de calidad vinculado a valores que no buscan tanto el hormigón y asfalto y sí actividades alternativas relacionadas con la naturaleza y el deporte. El hecho de que disolvieran estos políticos en 2013 el Consorcio Turístico del Mar Menor y que busquen como única salida al turismo regional en la Paramount dice mucho de sus la incompetencias.
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